viernes, 25 de noviembre de 2011

Negocio Farmacéutico: Industria de la enfermedad, no de la salud.


La codicia (o a veces la avaricia) se considera un pecado capital, y como tal, en cualquier sociedad y época, ha sido demostrada como un vicio. En efecto, al tratarse de un deseo que sobrepasa los límites de lo ordinario o lícito, se califica con este sustantivo actitudes peyorativas en lo referente a las riquezas.

La industria farmacéutica ha dejado en el olvido su otrora noble función de aliviar el dolor humano y curar la enfermedad, para convertirse en uno de los mejores negocios del planeta, aprovechándose precisamente del sufrimiento de las personas para enriquecerse despiadadamente, respaldada por la Organización Mundial de la Salud que es una organización puramente comercial que hace negocios con la salud de la población mundial.

La industria farmacéutica es en realidad una industria de la enfermedad, no de salud. Viven de la proliferación de las enfermedades, y su apuesta es a que estas se mantengan e incrementen, no que desaparezcan.

El mejor ejemplo para entender esto es el cáncer, el mayor generador de divisas para médicos y farmacéuticas. El negocio va bien, cada vez hay más y más personas con cáncer. Y no solo el cáncer, enfermedades y condiciones neurológicas crónicas representan una renta enorme que tienen que pagar a veces personas sin recursos a las farmacias, sin mejoría real en su salud, tan solo pagan para prolongar su existencia hasta que les llega un buen día la muerte.

Las farmacéuticas (empresas dedicadas a la fabricación de productos de farmacias) no sólo no se conforman con ganar hasta un porcentaje descomunal por fármaco vendido, además hacen lobby para inventar pandemias y enfermedades y asustar a la población y recordarles que ellas tienen la solución a casi todos los problemas del cuerpo envasada en cápsulas y/o ampolletas. Como ejemplo podemos citar la pandemia de A(H1N1) en México (2009-2010), periodo durante el cual vacunas que estaban cercanas a su fecha de caducidad fueron suministradas masivamente a la población previamente aterrorizada mediante una grosera y burda campaña mediática con alcances desproporcionados. Las personas, confundidas y atarantadas cubrían su rostro con un cubrebocas azul y su nerviosa mirada reflejaba el nivel de infamia al que pudo llegar el gobierno cómplice del negocio de las farmacéuticas.

Por otro lado, en numerosas ocasiones, avances que se han logrado por parte de investigadores para curar males y enfermedades son obstaculizados y saboteados, todo en beneficio de los voraces intereses económicos de la industria farmacéutica. Incluso han llegado tan lejos como para patentar un porcentaje de la genética humana, tal como se muestra en el documental Who Owns You.

Controlar no es sinónimo de Curar, la diferencia es abismal, pero nosotros siempre encontraremos consuelo en el fármaco que palía nuestro dolor o controla la evolución de nuestra enfermedad, ese es el verdadero éxito de su “manipulación”, que favorece a su industria, situándola en lo más alto del ranking de beneficios.

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